¿Por qué me cuesta poner límites? Cómo trabajar la asertividad

Por qué me cuesta poner límites Cómo trabajar la asertividad

Seguro que en más de una ocasión te has encontrado diciendo «sí» cuando en realidad querías decir «no». Es algo muy común y muchas personas me consultan precisamente por este motivo: por qué poner límites les resulta tan difícil. En este artículo quiero acompañarte a entender qué son los límites emocionales, por qué nos cuesta tanto marcarlos y cómo puedes aprender a decir «no» sin sentirte culpable.

Decir «no» es poner límites para el autocuidado

Aprender a poner límites no es un acto egoísta ni significa dejar de ser una persona amable. Al contrario: es un acto de autocuidado y de respeto hacia ti mismo/a. Decir «no» cuando algo no encaja contigo, te sobrepasa o no te hace bien, te ayuda a preservar tu energía emocional y física.

Cuando no ponemos límites, nos exponemos a situaciones que nos generan malestar o que van en contra de nuestras necesidades, y eso puede tener un impacto directo en nuestra salud mental.

¿Qué son los límites emocionales y por qué nos cuesta tanto marcarlos?

Los límites emocionales son las «fronteras» que establecemos para proteger nuestro bienestar emocional. Nos permiten definir qué estamos dispuestos a aceptar y qué no. Sin embargo, muchas personas tienen dificultades para poner límites por diversas razones.

Creencias aprendidas

Desde pequeños, muchas personas han aprendido que complacer a los demás o evitar el conflicto es lo correcto. Estas creencias nos llevan a decir «sí» aunque nos sintamos incómodos, porque hemos interiorizado que los deseos o necesidades de los demás están por encima de los nuestros.

Miedo al rechazo o a decepcionar

Otro motivo frecuente es el temor a ser rechazados o a decepcionar a los demás si decimos «no». Pensamos que poner límites puede hacernos perder afectos, trabajo o respeto, cuando en realidad es una forma de fomentar relaciones más sanas y equilibradas.

Consecuencias de no poner límites en la salud mental

No establecer límites adecuados puede afectar tu bienestar emocional de forma profunda. Mantenerse en relaciones o situaciones que nos incomodan o desgastan tiene un coste, y suele manifestarse en diferentes ámbitos de la salud mental y física.

Algunas consecuencias comunes de no poner límites son:

  • Agotamiento emocional y físico.
  • Ansiedad y estrés constante.
  • Baja autoestima.
  • Sentimiento de frustración o resentimiento.
  • Pérdida de identidad personal.
  • Dificultad para disfrutar de relaciones sanas.
  • Sensación de ser «invisible» o no valorado/a.

¿Qué es la asertividad y cómo se entrena?

La asertividad es la capacidad de expresar tus pensamientos, emociones y necesidades de forma honesta, clara y respetuosa, tanto contigo como con los demás. Es el equilibrio entre ser pasivo (ceder siempre) y ser agresivo (imponer tus deseos sin tener en cuenta al otro).

Aprender a poner límites requiere desarrollar esta asertividad poco a poco, practicando nuevas formas de comunicación que te permitan defender tus derechos sin dañar ni sentir culpa.

Diferencias entre asertividad, pasividad y agresividad

  • Pasividad: Te callas o cedes por miedo a molestar. No expresas tus necesidades.
  • Asertividad: Expresas lo que quieres o necesitas de forma clara, pero respetuosa. Sabes decir «no» sin sentirte mal por ello.
  • Agresividad: Impones tus deseos o necesidades sin tener en cuenta los sentimientos o derechos de los demás.

El objetivo es encontrar ese punto de equilibrio donde puedas sentirte escuchado/a y respetado/a, sin dañar ni dejarte dañar.

Ejercicios para mejorar la asertividad y poner límites sin culpa

Aquí te dejo tres ejercicios sencillos que puedes empezar a practicar para aprender a decir que no y mejorar tu asertividad:

  1. El «no» amable pero firme: Practica frases como «Lo siento, pero no puedo» o «Gracias por pensar en mí, pero prefiero no hacerlo». Ensáyalas en voz alta para que te resulten naturales.
  2. Chequea tus emociones: Antes de decir «sí» automáticamente, pregúntate: «¡Qué quiero yo realmente?». Darte unos segundos para reflexionar te ayuda a responder desde la elección consciente.
  3. Pequeños «no» en lo cotidiano: Empieza a poner límites en situaciones sencillas (rechazar un plan que no te apetece, pedir que te hablen con respeto) para ir ganando confianza en contextos más importantes.

¿Cuándo acudir a un psicólogo para trabajar este aspecto?

Si sientes que te resulta muy difícil decir «no», que tus relaciones te agotan o que no logras salir de patrones que te hacen daño, puede ser el momento de pedir ayuda profesional.

Un proceso terapéutico te permite explorar las razones profundas que hay detrás de la dificultad para poner límites y aprender herramientas para hacerlo de forma sana y respetuosa. Recuerda: no tienes que hacerlo solo/a.

Aprender a decir «no» también es un acto de amor propio

Decir «no» no significa ser egoísta, sino cuidarte y proteger tu bienestar. Aprender a poner límites es un regalo que te das a ti mismo/a y a los demás, porque permite crear relaciones más sinceras y equilibradas.

Si quieres trabajar este aspecto de forma más profunda, como psicóloga en Albacete estoy aquí para acompañarte. Juntos podemos trabajar en aprender a decir que no, superar el miedo a decir que no y mejorar tu salud mental para que puedas vivir con más tranquilidad, libertad y confianza.